viernes, 8 de agosto de 2014

Lo cotidiano

Pienso luego deseo, 
el deseo deja de ser incierto
localizo mi victima, 
inicia el movimiento de caderas. 

Una cama rechina 
varios gemidos, 
tu voz ronca, 
el cuerpo se reclina. 

El placer envidia ese momento
siento que subo una colina, 
por poco toco el cielo. 

Las caderas no paran 
no piensan parar, 
parece que la cama va a ceder. 

Tu voz tan cansada, 
los gemidos tan lejanos,
el sudor empieza a brotar. 

En la habitación hay dos cuerpos 
vencidos y heridos por el placer, 
ya no sale de esa puerta el olor a placer. 

Todo tan cotidiano. 

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