sábado, 23 de diciembre de 2017

(Sin título)

Está tan vacía, solo busca momentos para simular sentimientos.
No siente nada, no quiere sentir nada.
Finge todo el tiempo, no sabe que es la verdad.
Sus ojos son un espejo de los sentimientos ajenos.

Busca motivos para sentir,
intenta llorar, intenta amar, intenta explotar pero nada pasa.
El reloj sigue avanzando, no para el el maldito ¡tic, tac, tic, tac!,
marca las horas, ella sigue sin descifrar su vacío.

Se prepara para iniciar su excelente actuación,
su rostro expresa una calidez, su mirada tiene un brillo inusual;
tiene una postura inquieta, las manos le sudan, es un poco torpe,
una actuación excelente; ella lo sabe.

Su reflejo en el espejo la aturde, ver ese ser que no es;
no tiene opción no puede sentir, no se puede culpar, no tiene sentido
el reclamo absurdo.

Su pena le aturde el corazón, palpita sin cesar, ese palpitar la descontrola.
Poco a poco va perdiendo esa actuación magnifica y sus ojos se oscurecen,
su rostro va perdiendo aquella calidez.

Intenta disimular, ríe sin exagerar la actuación,
sabe que tiene que seguir con el itinerario establecido.
Se lleva la copa a sus labios, siente un poco de calidez.

Con disimulo le roba un beso, un beso sin pasión, pero sigue disimulando.
Siguen las caricias, indicios de una invitación, al final acepta la invitación.


Lo toma de la mano, lo guía sin problema al punto, siempre sonríe;
es condescendiente, es delicada.

Inician las caricias, ella refuerza la idea absurda de él,
la ve a los ojos y lo hace su cómplice. 
Evita las palabras para no entorpecer su actuación.

Su mirada lo conquista, le muestra tanta inocencia, una dulzura que le invade el corazón.
Él ha caído y ella tiene a otro seguidor.

Termina su actuación, no logró sentir nada, se ve al espejo nuevamente.
Su rostro no expresa nada.

"Tal vez mañana el espejo refleje algo más que esto." 










 

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